sábado, 21 de mayo de 2011

Inferencias orgásmicas




¡Cómo definir el goce de una humanidad distinta!
Si apenas es un alma que hiberna, impaciente,
y a cada instante regresa con el dolor del recuerdo
desde un sitio que no es tal.

Sólo he conocido una Venus
que a mis deseos someta su indomable pasión femenina,
sus fauces de fiera, de solícita hembra.
Su meta es erguirse en el cielo de las ninfas,
dormir su siesta fértil en los recodos de mis piernas
y a menudo insinuar alguna queja.

Habría podido encerrar un mundo en el agudo suspiro,
el que manara de su heroica resistencia,
pero preferí apresarla fuera de sí,
llevarla y traerla de sórdidos sueños impíos.

Si fue un pecado: no lo sé.
Acaso invoco su presunta ausencia
por recordar siquiera una victoria.
¡Una victoria! Han de saberlo:
me derrotó el rigor de sus embates,
el ardor de mi ajena y salvaje amazona.